El director inglés Danny Boyle ha firmado algunas de las películas más interesantes de los últimos 20 años.
Pero interesante no equivale precisamente a memorable o magistral.
Filmes como Trainspotting (1996), 28 Days Later (2002) o Slumdog Millionaire (2008) dejaron bien claro que el interés del responsable de The Beach es siempre apostar por la visceralidad visual de sus historias.
Tanto da su argumento o género: incluso en propuestas familiares (Millions), fantásticas (Sunshine) o cómicas (A Life Less Ordinary, probablemente su peor trabajo), la cámara de Boyle siempre encuentra en lugar adecuado para transportar al espectador a un mundo donde no hay límites a la belleza.
Hasta en Slumdog Millionaire, cuando la pantalla mostraba los barrios más pobres de Mumbai, los colores salpicaban la platea y el efecto envolvente de su planificación es lo que cautivó al mundo y a los miembros de la Academia, que recompensaron al filme con demasiados Oscar (ocho).
En "127 Hours", clasificada R, Boyle vuelve a sumergir al espectador en una aventura límite, un desafío tanto visual como narrativo al explicar la historia verídica de Aron Ralston, el montañero que en 2003 quedó atrapado por el brazo en una gruta y tras cinco días decidió amputarse el brazo.
De la hora y media de metraje, alrededor de 75 minutos se concentran en Ralston a solas, tratando de escapar, grabando sus reacciones en video, recordando momentos de su infancia, soñando con un futuro que teme nunca llegará.
Danny Boyle —acompañado por un equipo de operadores de cámara inigualable y arropado por la algo histérica partitura musical de A.R. Rahman— encuadra la odisea del excursionista de forma trepidante, sin respiro.
Fuente: impre.com
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